RELATO
"ATRAPADO ENTRE DOS FUEGOS".
POR CARLOS RENE CABADILLA DIAZ.
Relato escrito el 28/02/2015.
Publicado en este blog, el 17/09/2022
Sunilda, una señora de unos 47 años de edad, cuyos años no habían hecho mucha mella en ella, muy bien parecida en cuerpo y cara, vestida con saya negra y blusa estampada en negro y blanco, vecina de los alrededores de la parroquia, rezaba a un costado de la misma, muy cerca de su entrada; las nubes de un frente frio en retirada sólo dejaban asomar el sol por instantes; a Rafael le llamó la atención aquella mujer y sus rezos a punto de mediodía, la miraba desde la acera de en frente, pero a decir del mismo, no sólo por sus rezos le llamaba la atención, sino porque le veía con un pañuelo secándose los ojos como si estuviese llorando, a la par que sus ojos no querían abandonar aquella estampa de buena hembra tan bien conformada.
Sin esperar más, cruzó la calle y caminó a su encuentro, más cerca se percató que efectivamente lloraba además de rezar; sintió que debía al menos consolarla, rece señora, pero por favor no llore, le sugirió, cálmese ¿Tiene usted algún problema que le haga sentirse tan triste que la lleve al llanto? Ella dejo de sollozar, lo miró detenidamente y le contestó: No señor, en realidad ni yo misma se porque estoy llorando tanto, usted no me va a entender, como no me entienden muchas personas de las que me conocen, pero amanecí un día como hoy pensando que sucedería una desgracia muy cerca de este lugar, y me ha dado por llorar inconsolablemente.
Rafael le preguntó: ¿Cómo va a llorar por una imaginación suya? Acto seguido profirió: no puedo entender que usted se imagine algo y lo de por hecho y comience a sufrir por algo que no tiene sentido.
El problema es que, desde niña, comentó ella, presiento y veo cosas que los que están a mi alrededor no ven y luego se producen, y las personas me tildan de loca, de “ave de mal agüero”, etc, pero le digo, hasta yo me tengo miedo.
Le voy a decir la verdad (expresó Rafael), lo que siento, respeto lo que dicen las demás personas, lo respeto fundamentalmente porque respeto al ser humano por encima de lo que dice, pero no creo en esas cosas, lo que a usted le ha venido sucediendo puede haber sido pura casualidad o cosas provocadas por circunstancias causales en las que usted como persona inteligente se ha dado cuenta que pueden ocurrir y ayudada por el temor de que ocurran se ha predispuesto, sucediendo en ocasiones y en otras no. No se preocupe, hoy no van a ocurrir cosas desagradables, un día como el de hoy suceden cosas muy lindas, muy deseadas, divinas diría yo ¿Se ha dado cuenta usted que es 14 de febrero, día de los enamorados?
Ay, usted me ha traído un alivio, algo así como un poco de paz. ¿Le acompaño hasta su casa? Pregunto él; “No, no se preocupe, vivo cerca, le contestó Sunilda ¿Le molesta que converse con usted? Le preguntó Rafael, para nada le contestó ella.
Mire Sunilda, no tenga ningún tipo de preocupación, ya yo efectué almuerzo, ja, ja, ja; No me diga eso señor, no es ese el problema, no es el horario el que me preocupa, soy una persona que me preocupa mucho el “qué dirán”, a mí me place brindarle a los demás de lo que yo tengo, puede estar seguro; son jaranas mías, intercedió Rafael, no se preocupe, no albergo duda alguna respecto a su persona.
Disculpe ¿Es usted de por acá? Inquirió Sunilda
De cerca, digo, relativamente cerca, he vivido mucho tiempo en un batey llamado “Dos Gardenias”, y de hecho toda la escuela primaria y parte de la secundaria básica la hice en este lugar.
¿Vive sóla? Indagó él; Sí, vivo sóla, quien fué mi esposo se fue del país hace 20 años y mis dos hijos se fueron hace tres años, primero uno y después el otro, comentó ella, no he contraído más relaciones de pareja después que Rolando se marchó, aunque entre él y yo no quedan huellas de amor por mi parte, su salida fue completamente engañosa con respecto a mí, sin mediar problemas políticos o amorosos y eso fue suficiente para que se desvaneciera nuestro amor. Talvez sea toda esta pequeña historia de mi pareja e hijos la que haya alterado mi vida y me tenga tan nerviosa, aunque ciertamente siento que entre mis posibilidades de ver lo que otros no ven y mis hijos fuera del país me mantienen en un puro nervio.
Caminaron despacio, conversando, conversaron más de una hora ¿Galas al amor? Puede que sí, sin embargo, Sunilda, aunque algo seducida por la plática de Rafael no pensaba en eso, estaba muy preocupada con sus vaticinios; todo lo contrario de Rafael cuyo pensamiento cada vez más se aferraba a ella que le gustaba a simple vista, que creía conocer, y que sentía una atracción inexplicable no sólo a primera vista, sino que se incrementaba en la misma medida en que dialogaban.
Se conocían y no se daban cuenta, habían pasado más de 20 años de que iban juntos a la escuela y aunque un famoso tango del Rio Platense Carlos Gardel versaba “20 años no es nada”, había transcurrido una suma considerable en el tiempo; a Rafael le fueron aflorando algunos recuerdos, cuando estuvo más seguro le hizo saber que se conocían, que inclusive habían estudiado juntos; esto la hizo forzar la memoria y lo fue trayendo poco a poco para colocarlo en un espacio de lo que fue su vida; en el intercambio que ya se había hecho muy interesante, fueron manando cuestiones importantes de aquellos años en que habían sido compañeros de estudio; él le confesó que siempre había estado enamorado de ella y que el respeto que ella inspiraba era tan grande que lo mantenía a raya ante su deseosa declaración; a ella desde sus lejanos recuerdos le iba apareciendo aquel muchacho que también le había llamado la atención, no sólo por su garbosa figura sino por su inteligencia y postura.
¿Qué es de tu vida actual? Preguntó ella; sólo, estoy sólo, y no por una vida desordenada, enviudé y crié a mis dos hijas, contestó él. Sunilda comenzó a sentir la confianza que necesitaba, aquel hombre no era un desconocido, ni eran desagradable sus recuerdos sobre él, por lo que no era una mala partida; después de casi dos horas conversando en la calle, al fin, le invitó a su casa; vamos, vamos y almuerzas si deseas, y si no te hago café, o quizás me quede vino, le invitó. Aquello pintaba mal, o mejor, pintaba bien, días después se hablaba de Sunilda y Rafael.
A partir del mediodía los que se habían constituido en parejas conversaban del amor y salían a disfrutar de un buen almuerzo o de una buena alcoba; otros se iban a la orilla del mar, y entre los arboles de uva caleta y algunas pocas casuarináceas, creaban su nido de amor; no faltaron los que se arriesgaban en las aguas revueltas por el oleaje para refrescar el exceso de energías recibido por algunas copas demás; lo más común en casi todos: las flores, las flores que se le obsequiaban a sus parejas, el hombre para la fémina en la mayoría de los casos, aunque algunos hombres recibían de sus novias flores también. Las flores siempre han sido bienvenidas por un sexo u otro, no solo por su belleza y fragancia, sino por el gesto en sí de regalarlas, y la satisfacción de recibirlas.
Los había que tomaban la rica cerveza cristal bien fría, como el “licenciado Sabrosura” o “El Pícaro”, estos dos no habían concurrido al trabajo.
Se podía decir que la pasión amorosa desde temprano se había comenzado a avivar, ascendiendo exponencialmente durante todo el día hasta alcanzar un alto nivel al oscurecer en que ardía con fuerza en los corazones de los enamorados; no hubo quien imaginara que ese 14 de febrero el fuego tendría fuerza por doble partida.
Entrada la tarde-noche llegaba a su fin la jornada de trabajo para muchos de los trabajadores y comenzaba para otros una intensa labor para servir a los flechados; restaurantes, clubes, cabarets, centros nocturnos en general se alistaban para recibir a las agraciadas parejas de Afrodita y Venus que colmarían la noche. De las parejas que celebraban desde temprano algunas se sumarian en doble sesión amorosa, todos los años sucedía igual, y éste no sería el único en que ocurriese distinto. Las celebraciones de estas fechas siempre se habían extendido hasta los amaneceres del siguiente día. En general siempre se está enamorado cuando uno siente el amor, no tendría que ser un día en específico, pero ese día es de realce, de inspiración, de meditación, demostración, de celebración, de disfrute, en que el uno es enteramente para el otro, un día especial.
El licenciado “Sabrosura”, hombre de unos 60 años, de vida algo bohemia y desordenada, era muy conocedor en eso de los enamoramientos, y aquel día, se había propuesto disfrutar en grande con su pareja y a la vez hacerle un verdadero homenaje a Valentín; a partir del mediodía había estado dando clases en un bar a la novia, la familia de la novia, y algunos amigos que compartían con él, porque el sí que conocía bien lo que había sucedido con aquel sacerdote, con Julia y con el día de los enamorados. Por cierto, que su novia era una muchachita de unos 32 años menor, por lo que bien podía haber sido como la hija que tuvo ya después de sus 30 años.
“El Pícaro”, amigo íntimo del licenciado, hombre algo descompasado en su manera de comportarse, cuya personalidad lo hacía compaginar con él, había pasado por allí en el momento en que más inspirado estaba, y no se pudo ir hasta haberse tomado dos cervezas y haberle oído narrar su versión del porqué de aquel día. Cuenta “El Pícaro”, que el licenciado hecho todo un conferencista comenzó diciendo:
“Dícese que Valentín era un sacerdote que ejercía en la Roma del siglo III cuando Claudio II era Emperador. Cuando este emperador prohibió la celebración de matrimonios para los jóvenes, … el sacerdote lo consideró injusto y decidió burlarlo. De esta manera comenzó a celebrar matrimonios de jóvenes en forma clandestina. Enterado el emperador, lo llamó a palacio. Valentín aprovechó aquella ocasión para hacer patente su doctrina del cristianismo y de la conveniencia de complacer a los jóvenes enamorados y Claudio II en un principio mostró entendimiento, pero pronto los altos mandos militares y el gobernador de Roma le cambiarían su parecer”.
No se podía interrumpir, al decir de “El Pícaro”, el licenciado estaba lo que se dice inspirado, y continuó:
Al ser reconsiderado por Claudio II este tema, se retractó ordenando la encarcelación de Valentín, … ordenándose más adelante por dicho emperador su ejecución mediante el suplicio después de haberlo torturado. Esta se llevó a cabo el 14 de febrero del año 270.
Relata “El Pícaro”, que le hubo de preguntar cuando creyó pertinente: ¿Ya terminaste licenciado? Me parece que es suficiente con la conferencia y que “El Licenciado” le respondió: No, no he concluido, pero sólo me faltan unas pocas palabras para que conozcas lo bonito de esta historia. Voy a continuar, no me interrumpas más y así termino en breve, prosiguió:
El día de san Valentín o día de los enamorados se acogió como tradición en Roma a partir de aquel día. Nosotros en Cuba le llamamos el día del amor, era para las parejas, pero todos saben cómo son las cosas de los cubanos, y un buen día no hace de eso muchos años le comenzaron a llamar Dia del amor y la amistad.
¡Bravo, un aplauso para mi amigo el licenciado Sabrosura!, gritó El Pícaro, alagándolo además con estas palabras: “licenciado usted se merece este aplauso y mucho más, vamos a tomarnos la segunda y última cerveza que mi esposa espera por mí, nos vamos a cenar al restaurant Una vez nada más”. El Pícaro había apostado por sacar al Licenciado de aquel encantamiento, y con eso salirse de aquel compromiso y al fin lo conseguía.
“Sabrosura” y “El Pícaro” compartieron aquella cerveza entre risas y jaranas, éste último se sentía alegre de haberse soltado del efecto embriagador que ya le ocasionaba la ingestión de bebidas al “Licenciado”, y poderse ir al encuentro de su esposa.
Lejos estaban ellos dos de imaginar que aquella noche, varios siglos después de aquellos sucesos narrados con tanta vehemencia por Sabrosura, muy lejos de Roma, en Cuba, su propio país, muy cerca de ellos, un desastre coronaría el día del amor y la amistad, como si fuese el producto de la insatisfacción de aquellas almas asesinas que otrora habían ejecutado a Valentín y pretendían extender su castigo por los siglos de los siglos.
“El Pícaro”, se retiró en busca de su señora esposa, y el licenciado quedo gozoso con su novia y su familia, disfrutando de la tarde-noche de aquel fabuloso día. Si algo bueno tenia, digo, tiene, El Licenciado es que disfruta la bebida, no se atraganta, no bebe más de lo que su cuerpo le permite.
Sobre las 20:15hs comenzaba a producirse uno de los espectáculos más dramáticos de una noche que no se merecía aquel suceso.
Un humito se desprendía desde el fondo del costado lateral derecho de la tienda “Ensueños”, que a la vez colindaba con un costado de la feria artesanal “La exclusiva”, exactamente desde el mismo centro de esa manzana de casas y establecimientos; cuentan y coinciden en eso muchas personas que al menos dos de los vecinos del lugar se percataron de la situación, alertaron a los demás.
¿Qué Feria artesanal era esa? Ja, no me van a creer, todo el mundo tiende a pensar que estoy inventando un cuento, y si, no lo puedo negar, a mí me gusta crear cuentos, narrar cuentos, y los hago ligando un poco de vivencias o testimonios de otras personas con mi imaginario, pero este no es el caso, no lo es, lo que les estoy comentando fue lo mismo, y al detalle, como me lo narro El Cuerú, porque no me gusta adornar mucho estas cosas de las que he conocido, y que me han llegado de “buena tinta”; bueno, al grano, al asunto, esa es la feria donde trabajaban El Pícaro y El Licenciado Sabrosura.
Una decena de los vecinos de los alrededores se fueron agrupando frente al lugar, no eran muchos todavía.
La tienda recién había cerrado sus puertas y sus trabajadoras se habían marchado, los custodios del área que también se habían percatado del surgimiento del incendio, lo revisaron todo y decidieron llamar a los bomberos, a la par que avisaron al centro de alarmas y a la policía. El centro de alarmas se encargó de avisar a los directivos de la cadena de tiendas.
El incendio comenzó en breve tiempo a coger fuerza, los bomberos llegaron una hora después, desplegaron sus mangueras, pero la sorpresa no se hizo esperar cuando comenzaron a lanzar agua y ésta se terminaba de inmediato, el carro había venido casi sin agua; el momento era angustioso, mientras las llamas parecían lengüetas en el aire, la parte trasera de la tienda ardía y ardía la pared lateral de la casa de uno de los vecinos, amenazando con saltar al guano de los kioscos de la feria. En aquella feria artesanal existian 22 kioscos de venta con una gran cantidad de piezas artesanales, de las cuales una parte se exponía para la venta y la otra quedaba almacenada en cajones metálicos y en barbacoas de madera y guano.
Comentarios y preguntas no se hicieron esperar: ¿Seria negligencia de los Bomberos? ¿Se habrían roto las bombas? ¿Tendría salidero el tanque de la pipa? ¿Qué coño pasó aquí? Esta última pregunta la hizo El Cuerú (un anciano de unos 85 años de edad con una vitalidad asombrosa) que desde el mismo inicio se había personado en el lugar, verdaderamente era para volverse loco, cualquier cosa menos que los mismísimos bomberos no trajeran agua, todo el mundo conoce que un bombero sin agua no es bombero. A decir del propio Cuerú, unos meses después, la respuesta a esta situación nunca se conoció.
Pocholo, un discapacitado mental que circundaba ese lugar frecuentemente, repetía a todo el que se acercaba: “lo capitolio de la cera dan agua, yo lo vi una ve”, los capitolios a los que se refería “Pocholo” eran los hidrantes que existen en casi todas las partes del balneario y efectivamente que los bomberos no lo utilizaron, no se sabe si no conocían su uso o con el nerviosismo no lo vieron, algo inconcebible pero cierto, ellos funcionaban y no se utilizaron, esos hidrantes son tomas de agua que aseguran el suministro de agua al acoplarse las mangueras de los carros de bomberos, y existían desde hacía muchos años.
Mientras todo esto ocurría, los trabajadores del lugar se fueron enterando, una cadena de aviso que nacía de una situación urgente y que a la vez contrariaba el espíritu de ese día, pero funcionaba, muchos vivían relativamente lejos, pero lograron movilizarse rápido y llegar.
Explicaba Salomón, como que jocosamente, que la señora Maricarmen, (mujer de muchas energías, que no era del lugar pero esa noche se había quedado en casa de una amistad para festejar), pensando que él estaba allí también, lo llamaba al móvil y le decía: “corre que se quema” y al parecer con el nerviosismo le colgaba, él le devolvía la llamada preguntándole, a lo que ella le respondía: “corre coño que se quema” ¿Tu no lo ves?” Pero cada vez que le iba a preguntar qué era lo que se quemaba ella le colgaba, hasta que convencido ya que algo grave ocurría llamó a Sergio quien ya estaba informado y éste, que también tenía intereses allí, lo traslado en su carro al lugar.
Las llamas abacoraban todo el fondo de la tienda, pero esta estaba impedida de abrirse sin la presencia de la gerencia de la misma, de esta manera estuvo ardiendo sin posibilidades de evacuación hasta la llegada de los mismos, quienes cuando llegaron solo vieron polvo, cenizas, humo toxico, y vigas cayendo del techo encendidas como brazas gigantes.
El Licenciado, ajeno a este fuego accidental, acalorado por la bebida, abrazaba y besaba a su novia con furia loca, y ella le correspondía; en medio de aquella salacidad, timbró su teléfono celular, no le hizo caso, volvió a timbrar, ya no estaba claro de sus tonos de timbre -- ¿Sería llamada o alarma? -- Se preguntó, pero la novia le sugirió atenderlo, era el mismísimo Pícaro, -- dime mi herma --, espetó el Licenciado, -- no tengo mucho tiempo, abre bien las entendederas --, sugirió impositivamente El Pícaro; -- venga --, se oyó por el otro lado; -- se está quemando nuestra feria, corre para allá para que salves tu dinero -- ¿Cómo que se está quemando? – preguntó el licenciado -- Si hay fuego y no es del que nosotros teníamos hace un rato --, sonrió “El Pícaro” al terminar su frase; -- bien, salgo para allá con mi novia y familia, pero que quede bien claro, eso es un problema de los bomberos, yo no soy apaga fuegos, yo soy enciende fuegos, jaaa, ja, ja --. Aquella conversación terminó porque El Pícaro apurado colgó, El Licenciado estaba muy pausado y esto lo había sorprendido.
Mucho tiempo después, compartiendo con El Pícaro, me dejaba entrever que aunque la novia del Licenciado era mucho menor en edad, al parecer se había enamorado del, y de acuerdo a lo que me comentaba, sacaba yo mis conclusiones, que talvez se habría de enamorar de sus intemperancias; sin tener seguridad, argumentaba que no podía creer que pudiera fingir con tal histrionismo; yo lo vi de la misma manera, a lo que debo agregar que El Pícaro es un hombre de vida libertina.
Avanzada la noche, las llamas progresaban amenazando saltar al guano.
¿A dónde habrían ido a buscar agua los bomberos? Se preguntaban las familias de las casas de los alrededores que estaban asustadas.
Los vecinos de más de una cuadra de distancia se habían ido sumando a la aglomeración del lugar, los motivos eran de distinta índole, algunos curioseaban, otros estaban a la expectativa para ayudar en caso necesario y otros eran de la manzana amenazada, pero hasta inclusive los curiosos, a solicitud de los custodios, ayudaban en la evacuación cargando en lonas y tapacetes de nylon las piezas de la artesanía desde los distintos puestos de ventas para el césped de una instalación gastronómica que quedaba frente al cruzar la única calle lateral de la feria, lugar en que definitivamente quedaría protegida de las llamas.
La llegada progresiva de los artesanos sumaba fuerza, garantizaba cuidado y seguridad a la evacuación, y sobre todo a la identificación de lo que era de cada cual en dicho lugar. En aquel césped, una manta al lado de la otra, en muchos casos con piezas artesanales de unos mezcladas con las de otros, era como para volverse loco, decía El Pícaro, pero era lo mejor que se podía haber logrado en ese caso.
Increíblemente el Licenciado no había evacuado su kiosco aún, éste, recién llegaba casi junto con los carros cisternas, pero su idea continuaba siendo lo que expresaba continuamente --“eso es asunto de los bomberos, para eso le pagan”-- en si no era que a él no le viniese bien evacuar, la situación se producía por su encantamiento, por el idilio que estaba viviendo con su novia, lo que junto a la ingestión de bebidas no le dejaba espacio en su cerebro para discernir sobre tan peligrosa situación. En la cabeza del Licenciado, sólo se movía además de su amorosidad, aquellas palabras que la psicóloga amiga suya le había dicho hacia un tiempo atrás --vive intensamente esos momentos que nunca más se repetirán en tu vida -- y entonces estaría claro que el día de los enamorados era para los enamorados y no para hacerle el trabajo a los bomberos.
Tanta espera ocasionó desesperar al más paciente; al fin llegaron los bomberos, y junto a ellos tres carros cisternas con agua y sistemas que permitían tirarla a presión, la noche había pasado de las 23:00hs, ahora con agua el incendio seria extinguido en breve, pensaron casi todos y así fue.
De todo se estaba dando en este suceso, al parecer antes de terminarse no faltarían detalles por ocurrir tanto amorosos como de bajas pasiones, indudablemente el diablo se mantenía empeñado en continuar matando a Valentín en el decursar del tiempo y entorpecer este maravilloso día.
Aun con los carros tirando agua a presión, el puesto de ventas del Licenciado continuaba peligrando, en ese momento más que nunca, las llamas estaban lengüeteando por encima del guano de su kiosco, un grito de la novia lo trajo a capitulación -- “no dejes quemar tus cosas” – le dijo, entonces salió rápido y se subió encima de una silla, metiendo la cabeza dentro de la boca de la barbacoa, donde se sentía fuerte el calor, miraba y poco veía, existía oscuridad dentro de la misma, sacaba la cabeza y preguntaba por sus leños (las piezas esculturales de madera) -- ¿Oriente ya se quemaron o todavía están en la barbacoa? -- A lo que el montador de sobrenombre Oriente le respondía -- “súbete a la barbacoa que están ahí para que me las alcance” --, pero el efecto del alcohol y su amor por Dalia su novia lo tenían psicodélico; subido ya en la barbacoa, con las piezas cerca de él, pero sin poderlas ver por la oscuridad y la bebida ingerida le replicaba a Oriente -- “no las veo, ya se quemaron” -- Oriente no hallaba que hacer con aquel “anestesiado” del amor, hasta que sintió un grito de dolor, una de las piezas más pesadas al ser movida con la mano le cayó encima de la cabeza y le hizo despertar de aquel dulce ensueño.
A partir de ese momento, tres minutos de por medio para la recuperación, El Licenciado tomó conciencia y chichón del golpe, y a ritmo rápido fue bajando las piezas y evacuándolas junto a Oriente.
Cuenta Sergio que Ruperto el gago, el último artesano en llegar, miraba a su alrededor y comentaba: ¡Este que, este queee, ahora si nooos saalvamos!
Las llamas al fin comenzaban a ser controladas, finalmente uno de los dos grandes fuegos se habría de apagar por completo, quedaban ardiendo en el piso sólo las brasas de la tienda quemada casi completa, alumbrando el suelo con una luz mortecina que cada vez más perdía intensidad, despidiendo hilillos de humo grisáceo y algo toxico; sin embargo el otro fuego, el otro que nacía de los corazones enamorados y que nadie ha dudado que era el mayor de los dos, hacia como por avivarse en los minutos que restaban para que acabase el día.
Paralelo a lo que pudiéramos llamar la desgracia del desastre, e incentivado por este, habían ocurrido algunos deslices amorosos, muchas parejas producto de la situación se vieron obligadas a separase esa noche, para que uno de los dos acudiera al lugar donde tenían sus intereses, y durante el trance se sucedieron algunos romances de ocasión que como llamas calentaban hasta inflamar la infidelidad. Cuando Mujal (uno de los que luchaba contra los efectos del fuego) cayó en cuenta del desenlace de aquel pecado ya inevitable, exclamó -- ¡Que pare el que tenga frenos! -- acto seguido una monjita dominicana que estaba parando temporalmente en la parroquia del barrio y había cruzado la calle hasta el lugar profirió -- ¡Oh Satanás que brutal eres, no recrees el pecado, aléjate de los hijos de Dios! – de las personas que escuchaban, algunas pecadoras miraron a Mujal y a la Monjita y en sus caras asomó una mueca que transmitía una mezcla de picardía y preocupación a la vez. Quienes pecan, siempre alerto El Licenciado, no duermen tranquilos.
Cerca, tan sólo a unos metros una mujer blanca vestida de blanco, cargada de collares y pulsos que anunciaban su filiación a Oshun, doblaba su cuerpo y exclamaba -- Oh Dios de los dioses, pon tu manto sobre los dioses negros, protege a su gente de tanto perjurio --.
Viendo la realidad El Leopardo, sobrenombre de uno de los trabajadores del lugar dijo -- “Sólo ha quedado sin quemarse el amor” -- El Licenciado que lo estaba oyendo lo miró, y después de observar a la redonda y notar la presencia de algunos de sus compañeros, expresó -- “Celebremos esta suerte de haber logrado salvar al amor” -- El Pícaro que se alistaba para retirarse a descansar, le comentó -- “ya es 15, el día de los enamorados fue ayer aunque parezca que vivimos el 14 todavía” -- A lo que El licenciado respondió: -- “Satanás quiso castigar no sé por qué, pero San Valentín detuvo el tiempo, ahora recomienza el conteo, la madrugada es como una noche joven y muy larga”
Para una gran mayoría en el barrio, aquello había sido como un castigo en que habían perdido uno de los días más esperados, y que en sus planes creían haber podido celebrar en esa noche, para Yubiel y Alenay, había sucedido lo mejor que le podía haber pasado en sus vidas, ellos, vecinos que mantenían un amor platónico, que sólo se miraban y se daban los buenos días, o cualesquiera de los saludos habituales del día o la noche, y que rara vez habían coincidido en alguna conversación, habían llegado a tomarse de las manos cuando unas horas antes en auxilio al lugar cargaban la artesanía para ponerla fuera de peligro y chocaban sus cuerpos en la labor; en un receso las manos de Alenay descansaban en los antebrazos de Yubiel, cualquier persona cercana hubiese pensado en el cansancio de una pareja, donde el hombre facilitaba a la mujer sus brazos para que descansara los suyos, pero no era exactamente así.
Alenay se percató que sus brazos y los de Yubiel estaban erizados, no hacía frio como para eso, ella confesó días después a su mejor amiga que sintió también escalofríos y un cosquilleo un tanto por encima del estómago como una sensación indescriptible, era la invasión deseada, misteriosa, sin aprobar, unipersonal, era el amor, aquel amor que contenido durante mucho tiempo se desbocaba rompiendo con fuerza las cadenas que lo amarraron durante años; al continuar, agachados, ordenando las cosas, se miraron y se apoyaron para incorporarse, casi en cuclillas todavía sus caras se rozaron y sus labios fueron al encuentro, chocaron labios con labios, y pegados con la candidez con que se pegan los labios de los enamorados, se fueron parando para estrecharse en un abrazo y fundir sus bocas con insaciables deseos, se besaban con ardor, ambos se recorrían sus bocas, y salían a sus caras recorriéndolas completa hasta volver de nuevo a sus bocas, con pura pasión, idos de la realidad del lugar, por fin que era su día y que quienes los vieran serian algo así como los testigos de un gran amor desenfrenado. Sellaban así un amor cuyo aniversario no dejaría jamás de celebrarse por doble partida.
Despejado el lugar de los hechos y sus alrededores, en un costado de la iglesia una señora vestida de negro que holgado inclusive el vestido dejaba ver el dibujo perfecto de las curvas bien definidas de su cuerpo, cuya esbeltez y sensualidad no escapaban al más insensible, irradiaba el lugar mientras rezaba; esta vez acompañada por un hombre que pareciera como un envío de “San Valentín” a ella, era Sunilda quien rezaba, la misma que había presagiado todo antes de ocurrir y a la que Rafael se le había acercado al mediodía cuando la encontró en aquel mismo lugar haciendo lo mismo; -- no era posible que las cosas ocurrieran como ella se las había representado -- Se decía Rafael conversando consigo mismo -- En todos los años que tengo de vida no se me había dado caso parecido y si no lo llego a ver no lo hubiese creído --.
Sunilda que había visto a Rafael muy sumido en sus pensamientos, comenzó a pensar que talvez este estuviese muy impresionado con lo ocurrido y que hasta le estuviese cogiendo miedo, dejó de rezar interpelándolo, -- Rafael, necesito que comprendas que yo soy una persona normal común y corriente, que al igual que otros son carpinteros o plomeros, o costureras, o psicólogos, yo tengo el don de ver antes que los demás, no soy un ser distinto a ti, puede que tu tengas otro tipo de don, como pueden haber mucha gente con otras posibilidades que no tenga yo --. Sunilda estaba como que preocupada por lo que pudiese pensar Rafael de ella, por como la pudiera estar considerando, ese miedo siempre lo había sentido con sus parejas, o mejor dicho con su primer novio y con el padre de sus hijos.
En realidad, Rafael estaba muy impresionado con lo que había acabado de ocurrir con Sunilda, pero su amor por ella no daba margen a temores sobre malos presagios, ella le gustaba en su conjunto como mujer y como hembra, y aunque sus presagios pudiesen preocuparlo, la balanza estaría siempre inclinada hacia su amor por ella; sentía que la fuerza de su amor era inmensa. Rafael había estado muy cerca de besarla en su casa, habían estado platicando toda la tarde e indudablemente uno había sentido hacia el otro determinada atracción y confianza al saberse conocidos, pero Sunilda era impenetrable, y no le quedaría mas remedio a Rafael que aprovechar el momento mas propicio para el desenlace.
Creyó apropiado el momento en que Sunilda le estaba dando explicaciones por sus dudas para darle el primer beso, se colocó muy cerca de ella, la tomó por sus brazos y casi terminando de decirle que no se preocupara más de esa situación le beso sus labios; ella se dejó besar, y ruborizada miró con rapidez en derredor y casi sin terminar de observar bien sintió que Rafael la besaba de nuevo, esta vez ella se sintió conmocionada y abrazándole lo besó con desesperación; Rafael la tomó por la espalda y ella se estrechaba con el sin mas recato que mantener la ropa, fue así, con esas ansias, que débilmente alumbrada por la luz opaca y algo retirada del costado de la iglesia, Sunilda abría su corazón a un nuevo amor.
Al cruzar la calle, frente por frente a la iglesia, un hombre, desde una posición que le permitía ser visto sólo desde uno de los ángulos, no quitaba la vista al desenlace entre Sunilda y Rafael, había divisado los últimos momentos de aquel romance, y hablando consigo mismo decía -- ¡que clase de mujer perdí por mis temores a los presagios! Si algo me ha pesado en la vida es el haberla perdido, no ha habido mujer que me haya elevado tanto en el amor, en el sexo, como Sunilda; no ha habido mujer tan dulce, amorosa, buena madre como ella; de todo eso que viví, me queda además del recuerdo mis hijos con ella, que se que han sido bien criados y estarán bien protegidos. Quien iba a decir que yo El Pícaro, estaría desde aquí viendo a quien fue mi hembra besarse desordenadamente con otro hombre, así es la vida, así te martillan estos momentos, después de todo, no tengo porque criticar al Licenciado.
Al amanecer del día 15, después de una fatigada noche de enamorados, El Licenciado yacía con su novia dentro de su coche, dormidos, apachurrados, trasnochados, pero como le había sugerido su psicóloga amiga, después de haber vivido los mejores momentos de su vida que ya no se repetirían más, talvez soñando haber alcanzado una especie de quimera.
Finalizaba así una historia de amor sin igual, los sucesos, a pesar, no invalidaron totalmente las celebraciones.
Siempre hubo quien dijo: “Hay amores que matan porque te queman”, y sí, era verdad, hubo amores allí que quemaron de varias formas.
Muchas Gracias.
DERECHOS DE AUTOR. OBRA LITERARIA INSCRITA EN LA HABANA CUBA POR EL CENDA A TITULO DE CARLOS RENE CABADILLA DIAZ CON EL REGISTRO No 0839-03-2015.
HUMOR NEGRO.
¡RIA Y LLORE CON NOSOTROS!
No 304
Por Carlos René Cabadilla Díaz.
15/09/2022
GUAPEE Y NO RECOJA CABOS …
Nivaldo estaba cansado de caminar esa tarde, sus deseos de fumar no le permitían continuar sin comprar una cajetilla de Vegueros; todo lo planificaba mientras cruzaba la bahía de La Habana en la Lanchita de Regla, al bajarse de la misma se decidió, caminó hasta adentrarse en la Zona del Puerto de La Habana, dirigiéndose al bar más abarrotado del puerto de La Habana; allí entre el humo de cigarrillos, el olor a pollo frito y, el tufo a aguardiente, penetró abriéndose paso entre las personas ebrias y las que llegaban a “liberar sus penas”; pidió su cajetilla de cigarros, se apresuró en salir de allí, aquel lugar no le satisfacía en nada, se alejó del bullicio provocado por la música en alto volumen de la victrola que transportaba hacia otra dimensión a los bebedores mediante los boleros de Daniel Santo y Orlando Contreras, al tiempo que sacaba uno de aquellos cigarrillos largos los que, después de girarlo entre sus dedos lo prendía con su fosforera; fuerte aquel tipo de cigarros, fuerte y duradero por su longitud.
Caminó directo a la parada de ómnibus en frente, al cruzar la avenida, mientras fumaba y saciaba sus deseos, cuando preguntó por el último, una señora unos 20 años mayor que él, lo miró y dirigiéndose al mismo le comentó:
- ¡Oiga, usted tan joven fumando esos cigarros tan fuertes! -
Nivaldo le respondió, sí, hace tres años adquirí este vicio, pero me siento bien fumando.
La señora pretendía persuadirlo y, acercándose más, casi al oído le glosó:
-Perdí a mi marido hace apenas dos meses por su vicio de fumar, es muy peligroso-
¡No me diga! Espetó Nivaldo ¿Murió por fumar? Al tiempo que botaba su cigarro recién prendido en la acera.
No; le respondió ella, ya a una mayor distancia; murió por su vicio de recoger cuanto cabo de cigarros veía porque el dinero no le alcanzaba para pagar los cigarrillos, entonces en esta misma parada se agachó a recoger un cabito y el P1 le pasó por encima.
Nivaldo se agachó rápido a recoger su cigarrillo del piso, estaba por la mitad aun; los demás que, más cerca escuchaban reían con disimulo: No sabe usted señora la carga que me ha quitado de encima, porque ya pensaba dejarlo, pero su marido murió aplastado por el P1, no por fumador; con esto cerraba la conversación Nivaldo que se disponía a abordar aquel Gigantesco Camello.
Fin.
Muchas Gracias por su lectura.
Derechos Reservados al Autor.
Señora:
CUENTO
TERMINARON LOS DÍAS, CAYÓ LA NOCHE NEGRA SOBRE NUESTRA PATRIA.
COMENTARIO POÉTICO A UNA PUBLICACIÓN.
La mañana no es mañana cuando no existe café, ni el desayuno ni el té lo pueden sustituir, no hay manera de empezar lo que se tenga por norma, la mente no se conforma si en la casa no se cuela.
Es costumbre mañanera preparar la cafetera con el café que bien cuela con un delicioso aroma y seguir guardando el "Hola" hasta que se agote el mismo.
Sin café no sería el mismo, no atino para comenzar la jornada laboral que debo acometer.
Mi mujer dice lo mismo, se siente descompensada, no quiere saber de nada si no se toma un buchito.
es desatino, es espera, es buscar a quien lo cuela para tomarse un buchito.
El día se nos atravieza y todo nos sale mal, el problema es colar aunque sea mezcladito que, con un sólo tragito nos deje sabor y aroma ...
Falta algo, es tragedia en nuestras mentes cubanas, hasta que no llegue Juana con un buchito en un vaso y, al oido nos murmure, esto me lo trajo Ignacio.
Ese que le trajo Ignacio y que Juana repartió no es del que tu quisieras, no está caliente, caliente, pero te remedia el día aunque no lo suficiente ...
Muchas Gracias.
DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR CARLOS RENÉ CABADILLA DÍAZ
MINI RELATO
LA FIESTA DE LAS RANAS.
Por: Carlos Rene Cabadilla Diaz.
1 de enero del 2019
Cuando se duerman serán nuestras fiestas, croa, croa ...; en definitiva ellos no han sido considerados con nosotras, nos votan constantemente y, nos acusan de maltratar sus bienes por haberles roto algunos utencilios de comedor, croa, croaaa ...
¿Que cosa son 20 o 30 tazas de café a lo sumo en un año? La señora de la casa ha roto muchas tazas más con sus impresiciones, todo se le resbala de las manos, croa, croaaa ...
¿ Qué querían? Si no nos dejan salir de dia porque nos votan lejos, nos atrapan y nos tiran con fuerza como si no les importara que de un golpe nos pudiesen matar.
Muchas Gracias.
"COYUNTURA". UNA GATICA AMOROSA.
- Que bruto soy, ya llevo un me con eta moña de teléfono de la celula que, me mandó mi hija de Epaña; comprado con mucho trabajo y , pa que me llegara má trabajo entodavia con ete problema de la covi y, no sé ni un buchitico -
Alipio conversaba con el mismo, en un soliloquio que disfrutaba, talvez la soledad del campo, los años y años pasados con más tiempo junto a su yunta de bueyes que con su familia le fue creando ese hábito.
Resulta que cuando creyó saber un poco de aquel teléfono celular que, por cierto, para el tiempo que hacía que lo tenía y su condición de guajiro de bien adentro, había aprendido demasiado, (más que muchos que se hacen pasar por "inteligentes"), casi "mete la pata hasta las raíces" como acostumbra a decir.
-Para inscribirse usted se puede acoger a tres variantes gratis: Una por sólo $2.00 euros, otra por $4.00 y otra por $8.00 cada una -
Así rezaba aquel correo del periódico "El País" de España, dirigido no sólo a él, sino a miles y miles de personas en el mundo, pero Alipio que, era una de esas miles, juraba que el asunto era con él.
Días atrás Alipio quiso inscribirse en ese periódico para recibir noticias de España (donde vivía su hija mayor) y también del mundo, porque él había visto que ese medio noticiaba sobre el mundo entero, pero las trabas económicas de dicha inscripción y, su poco conocimiento de la informatización le hacían retroceder en la operación, hasta el "encabronamiento".
- ¿Coño, etos comemieldas no saben que yo vivo en Cuba ? - - Si yo sé que ello son de Epaña, ello tienen que saber que yo soy Cubano por Antonio y Tomasa -
Alipio juraba que ellos (El País) debían saber que el era cubano y, de saberlo, conocerían también que ese cuento de pagar inscripción no iría con un cubano que ni tenía donde "caerse muerto" ni, existía oficina alguna de pago. Ah, y eso de Antonio y Tomasa, era que él había oído decir muchas veces a muchas personas "por antonomasia", el lo interpretaba como que Antonio y Tomasa era un dicho que pegaba fuerte.
Se "remangó pa' trás" como el acostumbraba a decir y le envió el siguiente correo de respuesta:
- Señores del papel, yo soy Alipio el de la "Cochinilla", eso e ma pa' lla de la montaña, de eruo ni me hablen, el que tengo a poco alcanza pa MLT, contimás lo pueda cogel pa bobería, si a utede le interesa que yo, Alipio, lea, me encriben, si no, ni me pongan ma na -
Pero al amanecer del domingo 25 de abril del 2021, bien temprano cuando se levanta, revisando correo para saber de su hija, se encuentra este correo:
- Hágale este regalo a su madre, ella es su progenitora y no es culpable de sus defectos ... -
Alipio dejó de leer ahí mismo y se comenzó a "sublevar".
- ¿Qué se habrán creído etos endevidos ? -
- Ello cren que yo le voy a pelmitil que me mienten mi madre pol correo, así tan facilito, ma rayo los palta a tos; hija, acelcate un momentico pa que vea la vaina eta-
- Estaba llamando a su hija menor que sabía algo de informática, le comentó lo ocurrido, ella tomó el teléfono y comenzó a revisar, a los 5 minutos se reía sin parar.
-Pa, mira, ven acá, eso es un correo del periódico El País, promocionando una oferta por el día de las madres una oferta de 20 euros para que inscriban a las madres como un regalo por un año -
Alipio en su cólera le dice a su hija:
- Ecribe ahí, pon, "La tuya por si acaso", qué gracioso, 20 eruo, tan loco, yo Pol esa mielda voy a dal 20 eruo, coñó, el que dé 20 eruo qué come aquí en Cubita la bella, se le joden las tienda MLT, Pal carajo, si no quiere empatalte con comemieldas deso, no coja teléfono de célula .
Ven acá mija, allá no hay covi ? Que bien viven Pol dondequiera, coño esto e un lío aquí- Así comenzaba el domingo Alipio.
Muchas gracias.
DERECHOS DE AUTOR. OBRA LITERARIA INSCRITA EN LA HABANA CUBA POR EL CENDA A TITULO DE CARLOS RENE CABADILLA DIAZ CON EL REGISTRO No 0839-03-2015.
Se que, no existen alabanzas que puedan corresponder al amor de las madres; no tengo dudas de que son las únicas reinas de este mundo y que a ustedes les debemos todo.
MINI RELATO
"LA COYUNTURA"

No se me quitan de la cabeza esos recuerdos de La Habana, yo nací allí, en mi barrio están todavía las gatas que más amé, "Yoyi", "Viquy", "Lucy", etc.